¿Estás gestionando bien las interrupciones?
Los ladrones del tiempo no existen. Lo que tú consideras una interrupción en realidad es una elección. Tú has decidido — aunque subconsciente — dedicar la atención a este llamada, a este compañero, a este email o al ruido en tu oficina.
¿Qué pasaría si aprendes a gestionar mejor la atención?
Las urgencias provocan estrés pero, por otro lado, son muy atractivas. Sin el debido control nos hacen trabajar reactivamente, esto es, como surgen y se han de hacer ya no tenemos más remedio que ponernos con ellas. Nos ahorran pensar, pues ¿qué hay que pensar cuando hay un incendio que atender? Y después son una buena excusa, no hemos podido hacer otras cosas porque ha pasado por delante esta otra urgencia y…
No voy a decir que las urgencias no existan, que las hay (aunque también hay otros comportamientos disfrazados de urgencias), pero sí hemos de saber procesarlas, incluso por hacerlas mejor.
Recuérdate: una urgencia es nada más que una acción con una fecha final objetivo que está muy cerca. Para saber si se trata de una urgencia de verdad, primero hay que definir la acción y determinar tu grado de compromiso.