Vísteme despacio que tengo prisa
Jordi Fortuny nos explica que, para ser efectivo, debes invertir un poco de tiempo para afilar el hacha:
Invertir un tiempo en pensar y concretar que tienes que hacer, definirlo y escribirlo bien, y luego organizar un recordatorio para tenerlo a mano. Uf, que pereza, ¿si he llegado hasta aquí, tan mal no lo estaría haciendo, no?
Como muchas cosas, la clave está en buscar el punto óptimo.
Para la mayoría de los profesionales, eso implica que deben invertir un poco más de tiempo—pero no tanto como temen—en planificar su trabajo. Digo “invertir”, porque gracias a esta planificación recuperas tiempo.
No obstante, también es verdad que existe un punto en que ya no tiene sentido dedicar más tiempo a la planificación, porque será imposible recuperar este tiempo invertido. Me recuerdo muy bien un comentario en este blog de un ‘experto’ en la productividad personal que explicaba que dedicaba entre 25% y 30% de su tiempo a planificar. Obviamente, no conozco los detalles exactos de su situación, pero es muy probable que esta persona ya ha pasado este punto óptimo.