El secreto está en vaciar

Una de mis inquietudes es indagar y rebuscar formas para simplificar la vida cotidiana.

No hace mucho estaba releyendo el libro: Las leyes de la simplicidad de John Maeda. Se trata de un librito de 100 páginas que se puede leer de una sentada. De vez en cuando lo hago. Me encanta repasarlo y volverme a impregnar de estos postulados que impulsan a convertir lo complejo en sencillo sin por ello perder valor y caer en el simplismo.

Maeda, diseñador gráfico, artista visual y científico informático es considerado actualmente una de las personas más influyentes en el mundo del diseño. Alcanzar la simplicidad en la era digital es su principal cruzada personal. Sus leyes, él mismo lo afirma, no son solo aplicables al diseño, si no a cualquier faceta de nuestra vida:

Os recuerdo estos diez principios:

  1. REDUCIR: La manera más sencilla de alcanzar la simplicidad es mediante la reducción razonada.
  2. ORGANIZAR: La organización permite que un sistema complejo parezca más sencillo.
  3. TIEMPO: El ahorro de tiempo simplifica las cosas.
  4. APRENDIZAJE: El conocimiento lo simplifica todo.
  5. DIFERENCIAS: La simplicidad y la complejidad se necesitan entre sí.
  6. CONTEXTO: Lo que se encuentra en el límite de la complejidad también es relevante.
  7. EMOCION: Es preferible que haya más emociones a que haya menos.
  8. CONFIANZA: Confiamos en la simplicidad.
  9. FRACASO: En algunos casos nunca es posible alcanzar la simplicidad.
  10. LA UNICA: La simplicidad consiste en sustraer lo que es obvio y añadir lo específico.

Para mí la número 4 es determinante: ‘El conocimiento lo simplifica todo’. Sin embargo esta vez me detuve en reflexionar sobre la primera y la última:

1.- REDUCIR: La manera más sencilla de alcanzar la simplicidad es mediante la reducción razonada.

10.- UNICA: Maeda resume sus leyes en esta única: La simplicidad consiste en sustraer lo que es obvio y añadir lo específico.

Cumplir esta ley implica la necesidad de conocer muy bien lo que intentamos simplificar. Simplificar no debe mermar valor ni calidad. Su objetivo ha de ser: facilitarnos la vida.

Reflexionando sobre este tema y cómo aplicarlo. He llegado a una conclusión:

Para reducir a lo necesario, sustraer lo que es obvio y añadir lo específico, el secreto está en Vaciar.

La simplicidad consiste en sustraer lo que es obvio y añadir lo específico

La tendencia general es acumular. Podríamos decir que de una forma natural se cumple la ley ‘de la ocupación de los espacios vacíos’ de Parkinson: por mucho espacio que haya en una oficina siempre hará falta más. Bien, en una oficina, en una casa, en un trastero, en el móvil… etc. Nuestro correo electrónico puede hacernos sentir realmente agobiados por la cantidad de e-mails que recibimos y qué no somos capaces de gestionar (de vaciar). Nuestra mente está atiborrada de ideas y pensamientos que no nos detenemos a explicitar.

Vaciar es dar forma. Una escultura se configura vaciando la piedra y el espacio útil de una vasija es precisamente su espacio vacío. Si no hay espacio vacío no hay acceso para nuevas cosas ni nuevas ideas.

Van der Rohe aplicaba en su arquitectura el criterio de: ‘Restar hasta que todo encaja’ y se le atribuye la frase de “menos es más

Acumular

Se puede hacer de forma activa y de forma pasiva.

Hay quien ‘colecciona’, busca y archiva registros y cachivaches varios, por el placer de tenerlos. Generalmente, les encanta tener atiborrada su casa y enseñar sus trofeos a las visitas. De forma activa recorre zocos y mercadillos en busca de nuevas piezas para su compilación. Nada que decir, si se siente feliz y relajado conviviendo con su botín.

En otros casos, la acumulación se produce de una forma pasiva, espontánea. Por no hacer casi nada al respecto. Ocupados en el día a día no percibimos que el correo, el escritorio, la casa, se está llenando de elementos inútiles que solo obstaculizan el buen fluir de nuestra actividad. Ello solo nos proporciona ansiedad e improductividad.

Vaciar siempre requiere acción

Ni tu correo, ni tu escritorio, ni tu trastero se vaciaran solos. Podemos hacer batidas, cuando ya estamos muy apurados, pero lo que realmente funciona es Vaciar sistemáticamente. Cada día dedicar un espacio de tiempo a Vaciar. Si es posible, instantáneamente eliminar, tirar y reciclar todo lo que nos llega y sabemos que no nos sirve. El hábito cuesta, porque siempre tenemos un pequeño Diógenes en nuestro interior que nos dice ‘guárdalo, por si acaso’.

Predisposición a vaciar

Sabiendo que de forma natural se tiende a acumular, expandir y desparramar papeles, archivos y trastos por todo nuestro espacio vital, hay que corregir de forma activa esta tendencia con la firme predisposición a Vaciar. De manera atenta y continuada, con criterio razonado, discernir qué elementos son prescindibles de los que son indispensables y sin piedad desprendernos, donar o reciclar todo lo que ya no nos es útil y no nos aporta valor. Abramos compuertas y dejemos fluir.

Que tengáis un buen día,

— Montse

Imagen Cañería cortesía de Depositphotos

Montse Vila
Master-Practitioner en PNL. Ex-directiva y prejubilada de Banca. Para evitar caer en la improductividad, escribo un blog sobre desarrollo y productividad personal.Dos temas que me apasionan.
http://buenhabit.blogspot.com
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