Los males necesarios de la eficacia personal
La productividad personal es apasionante y engancha. La gente que se interesa por mejorar su autogestión para obtener control y perspectiva sobre su vida ven recompensado su esfuerzo de forma inmediata, el retorno les anima a continuar reforzando su proceso de aprendizaje y consolidar nuevas formas de actuación…
…pero llega un momento donde deben enfrentarse con un reverso más gris y poco atractivo para ganar en profundidad. Se trata de asimilar aspectos más anodinos pero necesarios en este proceso de crecimiento personal. El artículo es un repaso de esos aspectos (y conceptos) pocos atractivos pero necesarios. Del que y el porqué llevarlos a cabo.
Asumir la parte burocrática
Todo método de organización, desde GTD a autofocus pasando por sistemas más caseros, necesita de mecanismos de revisión y organización interna. Son mecánicos, no son especialmente atractivos, pero los asumimos como un mal necesario para obtener una mejora del estado actual. Es algo asumible.
El problema viene cuando para consolidar aspectos importantes de ese nuevo y atractivo sistema estás implantando se requiere de una cantidad de esfuerzo considerable. Un ejemplo es la implantación de la revisión semanal en los nuevos usuarios de GTD. Cada semana debes reservar 2 horas para cerrar el ciclo de siete días realizando labores de mantenimiento de tu sistema, cerrando ciclos abiertos y definiendo nuevos asuntos que requieren de tu atención durante los próximos días…
Somos capaces de reconocer la función de la revisión dentro de nuestra actividad, de convencernos para ponerla en marcha, de realizarla tal y como se nos explica pero al experimentarla en primera persona nos damos cuenta de que se trata de un autentico coñazo.
Pero por muy cargante que resulte se trata de un paso necesario para la puesta a punto del sistema de listas, la definición del trabajo y la toma de decisiones. En otras palabras, sin esta burocracia necesaria no hay sistema sólo listas en las que no puedes confiar.
Crear hábitos
Ni las herramientas ni los sistemas sustituyen a los hábitos. Son el alma del cambio, identificar carencias y conductas erráticas para corregirlos. Implantar un nuevo hábito supone desenraizar comportamientos consolidados durante años enfrentándose de forma intima con uno mismo.
Los métodos cómo GTD son un sistema asistido para implantar hábitos que dinamizan nuestra actividad y mejoran la eficacia del usuario pero sigue sin ser suficiente. Hace falta acercarse de forma sistémica a este aspecto del cambio abordando la implantación de nuevos hábitos a través de un método. Gente cómo Leo Babauta o Tania Sanz nos hablan de la motivación y los recursos para implantarlos, en si mismo se trata de un nuevo reto que se descubre al abordar la mejora de la eficacia personal.
La mejora no reside en implantar un método o usar una nueva herramienta, son solo las capas exteriores del giro que necesitas, lo importante es más profundo y desafiante. Para salir victorioso hace falta comprender el papel de los hábitos en tu mundo y eso no ocurre leyéndolo en un blog o viendo un vídeo en Youtube, necesitas experimentarlo en primera persona para generar un verdadero compromiso. Implantar un cambio en tu rutina y ver cómo te repercute, no solo los éxitos también y sobre todo tus fracasos, ser capaz de generar reflexión asumiéndolos cómo aprendizaje y parte indispensable del proceso.
Es duro y desagradable pero saber lidiar con ello resulta imprescindible.
Propósito
Con dedicación todo somos capaces de convertirnos en grandes microgestores. Poner bajo control la actividad ordinaria — acciones y proyectos — alejar el estrés y obtener un bienestar relativo. Ganamos espacio, disponemos de más tiempo libre, mejora el estado de animo…
… y es en ese momento cuando cometemos el gran error de querer más. Poner más leña en el fuego para aumentar la llama de la productividad personal. El mantra ‘Si hago más obtendré más resultados’ no puede estar más equivocado, lo que obtendrás serán más batallas en las que guerrear y actividades cerradas, pero ¿Donde te lleva eso?
Llega un momento de vacío: Tengo la capacidad de hacer pero debo plantearme para que. Empiezas con objetivos a uno o dos años vista, proyectos personales de calado que al cerrarse continúan dejando cierta sensación de desasosiego porque la verdad es que no sabes hacia dónde vas.
Detenerse y dedicarse a pensar en lo que uno quiere de verdad es duro. Primero porque si se trata de un giro de cierto calado en algún momento surgirá el miedo. Desde renuncias importantes hasta pasos al vació que requieren un acto de fe y de confianza en ti mismo. Elegir entre la comodidad o el desafío.
Se trata de algo más que de incomodidad, se trata de definir hasta donde estás dispuesto a llegar, y en cierto modo, de quien eres tú en realidad. Palabras mayúsculas. No todo el mundo está dispuesto a ello ya sea por aversión al riesgo o por no querer abandonar la comodidad de lo que ya conoce y más o menos le coloca en una posición de bienestar.
Es un resumen de la parte más gris y dura del camino proporcionado por la búsqueda de un mejor balance de vida, de una mejor eficacia personal. Reflexión, responsabilidad individual y compromiso con uno mismo eso lo resume todo.
Imagen Trabajo administrativo cortesía de Shutterstock