Historia de un proyecto (resultado) con final feliz… por los pelos
En las siguientes lineas vas a encontrar un pequeño relato con lo que sucede desde que te llega algún elemento que debes atender hasta que lo llevas a cabo.
Lo he hecho con la intención de poner practicidad a todos aquellos conceptos de los que tanto hablamos y que pocas veces los acompañamos de ejemplos, y mucho menos con ejemplos reales. De hecho, este ejemplo es tan real que se trata de la historia que hay detrás de este post.
Fase 1: Capturando la idea
Todo empezó cuando leí el correo de Jeroen donde me explicaba que se iba a tomar unas vacaciones y que, para no dejar desatendido al canasto.es, había pensado que otros blogueros pudiéramos escribir en él.
La verdad es que me entusiasmó la idea y, aunque en mí cabeza tenía clara cuál iba a ser mí decisión (escribir un post para el canasto), lo desplacé a mí inbox digital (una libreta en Evernote donde van a parar todas las ideas, conceptos y elementos que de alguna manera me llaman la atención). De esta manera podría tomar la decisión en frio.
Fase 2: Decidiendo
Cuando apenas 24 horas más tarde empezé a tomar las decisiones pertinentes sobre cada uno de los elementos de mí inbox y llegue a post para el canasto, me detuve unos segundos en plantearme cuál era el motivo para escribir el post. Busqué los beneficios que podría tener, pensé si de alguna manera me ayudaba a alcanzar alguno de mis objetivos y observé si estaba en línea conmigo mismo.
Lo sé, estos criterios pueden llegar a parecer frios y egoístas y, aunque funcionan, lo cierto es que esta vez, de entre todas las “razones” que iban surgiendo, apereció delante de mí el motivo que finalmente hizo decidiera llevar a cabo el proyecto: me apetecía. Este es, sin lugar a dudas, el principal motivo por el cual acabo haciendo la mayoría de las cosas que me hacen sentir bien.
Una vez tomada la decisión, analizé cuál era el resultado exacto que quería conseguir: ‘enviar un post interesante para la audiencia del Canasto’. Distinguí que la siguiente acción sería ‘escribir un post para el canasto’ (soy consciente de que para muchos el primer paso hubiera sido escoger un tema para escribir el post, pero no es la manera en la que actualmente escribo mis posts).
Para conseguir una mayor efectividad a la hora de escoger mis siguientes acciones utilizo contextos. En este caso, como escribo cuando estoy en el ordenador le asigné el contexto #mac (el cual diferencio del contexto #mac:online)
Adicionalmente, como tenía una fecha límite de entrega (que por cierto, es hoy), la puse en mí actual gestor de tareas como recordatorio. Para terminar, decidí que por los tiempos que tenía iba a hacer una revisión semanal del proyecto en cuestión.
Solo por aclarar, toda esta fase que puede parecer larga y tediosa no me llevó más de 1 minuto.
Fase 3: Mantenimiento
Aunque debería haber entrado directamente en la fase de acción, la verdad es que durante unas cuantas semanas el proyecto estuvo atascado, pero gracias a las revisiones periódicas no deje que cayera en el olvido.
La verdad es que en varias ocasiones he tenido la tentación de desplazar la escritura de este post hacia la lista backlog(una especie de lista tipo algún día/quizá), pero me daba cuenta de que era por miedo, por quitarme una presión que realmente no existía, ya que no me había comprometido con nadie excepto conmigo mismo. Sabía que si acababa por no hacerlo no pasaba nada, pero intuía que debía mantenerlo en mí lista de siguientes acciones.
Fase 4: Hacer
Durante todo el tiempo que ha existido el resultado "enviar un post interesante para la audiencia del Canasto" y su siguiente acción, ‘escribir un post para el canasto’, he estado comprometido con otros muchos resultados que tenían más peso en ese momento.
He estado durante más del 70% de mí tiempo fuera de casa, y el resto del poco tiempo que he tenido en mí hogar he encontrado compromisos con más peso en ese momento como pasar la tarde en el parque con mi hija, disfrutar de una tarde de paseo en familia o simplemente desconectar durante 24 horas de todo lo relacionado con la tecnología.
A última hora
Hoy, último día fijado por Jeroen para entregar el post, al fin ha llegado el día en que el resto de compromisos y urgencias han pasado a un segundo plano. En principio pudiera parecer que ha sido la urgencia de que hoy se acababa el plazo para presentar el post lo que me ha empujado a escribirlo, pero por suerte me conozco lo suficiente en este tema como para saber que el fin de plazo no ha sido para nada determinante.
El beneficio de dejarlo para el último momento
Finalizar un proyecto a último minuto no es algo que me suela ocurrir demasiado. De hecho, me costaría recordar cuando fue la última vez, pero lo cierto es que le he encontrado una connotación positiva.
Durante todo este tiempo que ha estado este proyecto activo y sin llevar a cabo ninguna acción, las ideas sobre los posibles temas para el blog han ido yendo y viniendo. Todas y cada una de esas ideas las he ido recopilando en mis notas de proyectos activos (una libreta en Evernote donde apunto la información relacionada con los diferentes resultados que quiero llevar a cabo).
De alguna manera siento que he tenido más tiempo para reflexionar, para madurar este post sin escribir siquiera una palabra.
Por el medio
Aunque en esta ocasión parece que me ha funcionado, no quiero hacer apología sobre hacer las cosas en el último momento. Sigo sintiendo que lo que muchos llaman ‘el camino del medio’ es lo más certero, pero las situaciones no son controlables y esta vez a sido acertado mantener el resultado ‘enviar un post interesante para la audiencia del Canasto’ hasta el último momento.
Concluyendo
El último minuto está dentro del tiempo reglamentario