Pensamiento monolítico y calendario inverso
Es la manera de pensar habitual que tenemos de ver los proyectos como un todo único. Consideremos, por ejemplo, que mi departamento necesita una aplicación que facilite la gestión de las peticiones que nos hacen los clientes. Sé positivamente que no hay producto comercial que satisfaga nuestras necesidades así que la labor no va a ser precisamente sencilla. La magnitud del proyecto hace que se me quiten las ganas de inmediato. La conclusión es que no abordo el proyecto, lo demoro, en definitiva: procrastino.
Ruben nos aconseja dividir un proyecto grande en partes más pequeñas y planificar hitos a partir de la fecha final del proyecto. Es algo que nos enseñan en cualquier curso de gestión de proyectos y la base de herramientas potentes como Microsoft Project o OmniPlan.
Este post de Ruben es en buen recordatorio: también puedes aplicar este método a proyectos no tan grandes.