«Tengo déficit de atención», lo tengo que admitir
El gráfico que acompaña este post de Agustín Peralt lo explica todo (y creo que es bastante más optimista que la realidad de muchos profesionales): no disponemos de bloques de tiempo para concentrarnos, sino que tenemos muchos momentos laborables debido a la enorme cantidad de interferencias.
Los problemas o retos a los que nos enfrentamos pueden ser más o menos complejos, pero lo que los hace realmente difíciles es cómo los vamos abordando, a través de demasiadas interrupciones que generan una falsa apariencia de dedicación de tiempo que no es real. Por lo tanto, la clave no es un problema de complejidad sino del poco tiempo real que le dedicamos.
Por cierto, hay soluciones a este problema, tal como explicamos en Sin interrupciones.