Tu estado emocional afecta a tu productividad
Al principio de mis talleres siempre pregunta a los asistentes por su principal problema en la efectividad personal.
Habitualmente siempre salen los sospechosos habituales—las interrupciones, tener demasiado trabajo, no saber priorizar bien, el jefe que no contesta, tratar el email, etc., pero desde el mes de septiembre del año pasado de repente ha aparecido un problema nuevo:1 la situación política del país.
Lo entiendo perfectamente, porque a mi también me ha pasado. La indignación causada por los hechos que vi con mis propios ojos, no sólo confirmó mis convicciones políticas, sino que afectó cómo reaccionaba a todo.
Notaba que estaba más distraído, consultando más la prensa y las redes sociales, que estaba más sensible e incluso más irritable.
El resultado directo de mi estado emocional era una disminución en mi efectividad por malgastar el tiempo y la falta de momentos de reflexión profunda.
Aunque la gestión de mis emociones no es mi punto fuerte, lo he podido trabajar y he vuelto rápidamente a mis niveles de productividad anterior.
La efectividad personal es emocional
Habitualmente cuando los ‘expertos’ hablan del efecto de las emociones a la productividad personal, están hablando de situaciones como he descrito arriba, donde las emociones causan problemas en la efectividad.
El consensus es que para ser productivo es necesario permanecer en un estado mental calmado y centrado y no hay espacio para las emociones. Porque para ser productivo hay que tomar la mejor decisión posible sobre qué tarea debes hacer en cada momento, y es mejor tomar esta decisión de forma racional sin intervención de las emociones.
Pero también existe el otro lado de la medalla. Estoy seguro de que en algún momento de tu vida has estado trabajando en algo que te hizo tan feliz que no podías dejar de pensar en ello y, por eso, salía de maravilla. Es un ejemplo de cómo las emociones pueden mejorar la productividad personal.
Del trabajo de Antonio Damasio2 hemos aprendido que todas las decisiones son emocionales; que no existen las decisiones racionales. Dámaso llegó a esta conclusión después de observar que algunos pacientes, con daños cerebrales causando una separación completa entre la zona emocional y la zonas lógico del cerebro, no eran capaces de tomar ni las decisiones más sencillas.
Tomar mejores decisiones
Estoy convencido de que tomamos las mejores decisiones cuando estamos en un estado calmado.
Pero, cuando alguien explica que no quiere que sus emociones le rompen su concentración o que sus emociones evitan ser productivo, percibo la llegada de un atajo. He trabajado con demasiados clientes que estaban en esta situación y que han intentado suprimir el efecto de sus emociones, con resultados desastrosos para su salud mental y física.
Por cierto, podemos cambiar la palabra ‘emociones’ por llamadas, reuniones, o cualquier otro ladrón del tiempo. El objetivo nunca debe ser eliminar las llamadas, las reuniones o las emociones, sino hacer un uso efectivo de estos eventos.
Suprimir las emociones es un atajo para parecer más productivo, pero, como muchos atajos, sólo funciona a corto plazo.
Si alguien quiere tomar decisiones de forma calmada, debería dedicar más tiempo a sus emociones. Habrá que dar más cariño a sus emociones y habrá que detectar la causa, porque las emociones siempre son razonables.
Para tener una mente como agua, primero hay que conocer esta mente y aceptar que la toma de decisiones es un proceso emocional. Sin emociones no somos capaces de decidir, como ha mostrado Antonio Damasio.
Sin emociones no podemos ser efectivos.
- Al menos en los cursos que imparto en Cataluña. ↩︎
- Damasio, A. R., Tranel, D., & Damasio, H. C. (1991). Somatic markers and the guidance of behavior: Theory and preliminary testing. In H. S. Levin, H. M. Eisenberg, & A. L. Benton (Eds.), Frontal Lobe Function and Dysfunction (pp. 217–229). Oxford University Press. ↩︎