No se puede aprender a priorizar
El título de este artículo de Jordi Fortuny es una frase que yo mismo he usado muchísimas veces en este blog y en los talleres de efectividad.
La prioridad no es algo que «estableces», sino simplemente algo para tener en mente al elegir tu próxima acción.
Claro, no estamos acostumbrados a reflexionar y «sentir» nuestras prioridades; es mucho más fácil dejarnos guiar por lo que nos piden los demás:
En realidad irse a lo último y más ruidoso es un impulso natural de nuestro cerebro —pura supervivencia para nuestros ancestros—, y por eso la cabra tira al monte. No hace falta que te cuente —por ejemplo— lo que cuesta dejar de prestar atención a las notificaciones de todo tipo que no paran de llegarnos.
Si te gustaría priorizar mejor, usando tu intuición informada, simplemente hay que hacer dos cosas:
Primero necesitas un inventario de todo lo que tienes pendiente de hacer a corto plazo
Si no dispones de este inventario completo, siempre irás a tientas, y nunca podrás priorizar sintiéndote bien con lo que elijas hacer, o mejor, con lo que elijas no hacer.
Y luego hay que informar a tu intuición, revisando con frecuencia (yo lo hago cada mañana) lo que tienes por escrito sobre tu propósito, tus valores, tus resultados...
De esta manera, como dice Allen: «tu mente podrá tomar más fácilmente las decisiones estratégicas intuitivas necesarias en cada momento».
Yo soy menos optimista que Jordi, porque en mi experiencia hay muchas situaciones en que incluso la intuición mejor informada no tiene respuestas. Esto paso, por ejemplo, cuando hay que elegir entre dos clientes identicos o, más habitual, cuando la decisión qué hacer no es nada intuitivo porque tienes demasiadas tareas en tu lista.
Una cosa que me ayuda al hacer la retrospectiva de mi día es preguntarme si hoy mis prioridades han tenido la prioridad.