El café para todos en efectividad personal
José Miguel ha compartido algunas reflexiones interesantes en relación a la formación en la efectividad personal.
Lo que ha detectado en está perfectamente resumido en estas dos creencias:
La primera de ellas es «si a mí me es útil y me funciona, al resto del mundo también».
La segunda, «si yo soy capaz de aplicar estas prácticas, el resto del mundo también».
Estas dos creencias son el origen de casi todos los metodologías de efectividad personal y casi todas las formaciones en este materia tratan de simplemente transmitir esa metodología.
Yo también empezó desde allí. La formación que impartí para mi primer cliente fue un monologo de ocho horas en que explicó mi sistema de organización. ¡Qué horror! 😱
Pero poco a poco he ido adaptando mis creencias.
La primera pista venia de mi propia organización: a veces cambio la manera de organizarme, por ejemplo cuando me doy cuenta que unos hábitos que hace dos años me funcionaban ya no tienen sentido. Y claro, si yo he usado varias maneras de organizarme, es lógico asumir que también habrá diferentes maneras que encajan a mis clientes.
Mis observaciones se han complementadas por multiples investigaciones científicas en la psicología diferencial que confirman lo que todos ya sabemos pero habitualmente ignoramos: que efectivamente, cada persona es un mundo y sus circunstancias.
Esto así, no tiene sentido enseñar una metodología universal a todos las personas.
El los talleres de efectividad dedicamos una buena parte a explorar estas diferencias personales para que cada asistente descubre su propio perfil productivo.
El reto lo tiene quién aprende
Antes explicaba que en mi primer curso sólo hablaba yo. Con los años también he aprendido mucho sobre cómo las personas aprenden, aunque todavía me queda mucho por aprender.
Y con cada taller que imparta había menos explicación por mi parte y más discusión, exploración, trabajo y reflexión por parte de los asistentes. Tal como afirma José Miguel en su artículo, no se trata de pasar información.
Ya hace muchos años ha quedado demostrado que los masterclass, en que un experto simplemente explica la materia, no funcionan. Para aprender de verdad, hay que trabajar.
Y como (trans)formador he tenido que adaptar mis expectativas. Antes quería que todos los asistentes se fueran de la formación con su sistema ya montado y un plan para implementar los partes adicionales. Eso ha ocurrido muy pocas veces.
Ahora sé que cada participante llega al taller con mucha experiencia previa; ya tienen su mochila bastante llena. Y van a coger del taller estás cosas que encajan con sus expectativas y preferencias, lo que no depende de mí.
Al final de taller siempre pregunto qué se llevan cada uno de los asistentes. Y muchas veces lo que más ha impactado no es el material del taller, sino un comentario que alguien hizo en una discusión secundaria.
Al final, es justo esa variedad que hace que la transformación en efectividad personal me ha fascinado durante tantos años.