¿Pensar en tu trabajo o pensar sobre tu trabajo?
Mi capacidad de enfocarme durante el día es limitado. Si quiero ser productivo, tendré que enfocarme sólo en estos temas que me aportan valor y no malgastar mi energía mental en detalles.
Prefiero utilizar mi cabeza para los contenidos de mi trabajo: escribir mejores textos, ayudar a mis clientes a mejorar sus hábitos productivos, experimentar con métodos de organización personal, leer estudios científicos sobre la productividad, etc. Para tener la máxima capacidad disponible para estas tareas que forman el núcleo de mi trabajo, prefiero no tener que pensar demasiado en cómo me organizo y qué debería hacer hora. Para esto existen sistemas. Si utilizo estos sistemas, liberé espacio muy valeroso en mi mente.
Hay más beneficios de tener un sistema externo de confianza para gestionar el trabajo pendiente, como explica José Ignacio Azkue:
Cada vez que pensamos en nuestro trabajo en vez de pensar sobre nuestro trabajo, estamos decidiendo en caliente, sin meditar sobre las consecuencias de lo que vamos a hacer y sin meditar, tampoco, acerca de las consecuencias de lo que dejamos de hacer. Al actuar de esta manera, rara vez somos conscientes de que nuestra decisión, muy probablemente, no sea la más adecuada.