La desconfianza como método para volvernos más productivos
Cuando se utiliza el término desconfianza, generalmente se hace en un contexto negativo. “Esa persona no es confiable” o “Esta situación no me genera confianza”. Lo que resulta interesante es que estamos ignorando otro contexto en el que este término puede llegar a actuar como algo positivo y convertirse en una manera muy poderosa de ayudarnos a ser más productivos y aprovechar mejor el tiempo que tenemos disponible. Ser desconfiado a veces resulta conveniente, y en algunas situaciones es de bastante utilidad.
Todos sabemos que nadie es capaz de predecir lo que va a pasar en el futuro, pero a veces actuamos como si lo hiciéramos. Vivimos confiados de que mañana todo seguirá igual y que tendremos otro día para hacer lo que tenemos o lo que queremos hacer. Y es precisamente esta la razón por la que posponemos todo: Porque vivimos confiados. Porque creemos que mañana habrá otro día para hacer las cosas y damos por sentado que tendremos el mismo tiempo, los mismos recursos y que las condiciones seguirán iguales.
La incertidumbre siempre asusta. Pero en lugar de enfrentarla, muchos prefieren ignorarla o disfrazarla. Es por esta razón que, a pesar de que nadie sabe qué va a pasar en el futuro, las personas actúan como si lo supieran. Inevitablemente las cosas van a cambiar, pero como da miedo aceptarlo, la gente se hace a la idea de una falsa realidad en la que todo permanece igual y en la que absolutamente nada cambia.
Esta mentalidad trae consigo el problema de que no nos permite actuar o de que actuamos cuando ya es demasiado tarde. Según esto, ¿Para qué hacer las cosas hoy si igual mañana voy a tener el mismo tiempo?
Por eso a veces es bueno ser desconfiado. Al desconfiar de que nada seguirá igual y que mañana todo puede cambiar empezaremos a ser conscientes de que no sabemos con exactitud con cuanto tiempo contamos, que no sabemos si mañana tendremos la misma disponibilidad, tiempo y recursos para sacar adelante nuestros proyectos. Esta realidad es certera y nos obliga a actuar hoy mismo.
Ser desconfiados nos garantiza, por lo menos, que diariamente dudemos de lo que pueda llegar a pasar mañana. Este sentimiento de duda se convierte en un incentivo para empezar a actuar inmediatamente. El dinero que se pierde o se malgasta hoy se puede recuperar mañana, el tiempo que se pierde hoy no se puede recuperar nunca.
No dar nada por sentado y ser conscientes de que los recursos son finitos ayuda a materializar los proyectos. Nuestro entorno puede cambiar en cualquier momento, tanto en lo personal como en lo profesional. Aceptar ese desconocimiento de lo que pueda pasar mañana ayuda a disminuir el miedo y la perezade empezar a hacer las cosas hoy.
Todo se trata de simulaciones y de suposiciones. Si uno vive desconfiando y presumiendo que mañana no va a tener tiempo, va a aprovechar cada segundo del día de hoy. Así trato de vivir mis días, desconfiando de que en el futuro vaya a tener tiempo o a tener otra oportunidad. Sino aprovecho lo que tengo hoy, no sé qué pueda pasar mañana. Puede que esta presunción resulte falsa, y que mañana incluso tanga más tiempo que hoy. No importa, aún mejor, porque mañana al hacerme la misma pregunta y al volver a desconfiar empezaré nuevamente a actuar, pero ahora con un camino recorrido por haber tomado la decisión de haber actuado desde hoy.
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