Cómo hacer lo que debes hacer
Quería terminar este artículo la semana pasada, pero la verdad es que no he empezado a escribir hasta hoy. ¿Qué pasó?
Puedo usar la excusa habitual — “no he tenido tiempo” — pero es mentira. He tenido toda la semana para escribir el post. Lo que ha pasado es que he decido dedicar mi tiempo a otras tareas.
La semana pasada he finalizado un gran número de cosas. La mayoría de estas tareas eran más importantes que escribir este artículo: elaborar presupuestos para posibles clientes, impartir talleres de efectividad personal, cuidar de mi familia, contestar preguntas de mis clientes, crear material para el nuevo curso online, etc.
Pero también he dedicado bastante tiempo a tareas que no son tan importantes: mirar las fotos de mis amigos en Instagram, navegar por Wikipedia, organizar mi mesa de trabajo, intentar realizar trámites sin éxito, …
¿Qué explicación tengo para el hecho que no he escrito el artículo?
Acrasia = procrastinación + preproperación
La literatura sobre la productividad personal está llena de palabras feas, pero parece que las más feas están reservadas para los vagos.
El fenómeno procrastinar es la más conocida de estas palabrotas. La definición de este concepto es:
La procrastinación es el retraso irracional de tareas con costos inmediatos y beneficios diferidos
Es decir, tienes una tarea pendiente que te ayudará a conseguir tus objetivos en el futuro. Pero como es una tarea desagradable, no la haces.
Puede ser que estaba procrastinando cuando quería escribir este artículo. Sabía que publicar este artículo ayudaría a mejorar mi marca personal y la visibilidad en internet, pero no tenía ganas de pasar una hora delante del teclado.
La preproperación es justo lo contrario:
Preproperación es el acto irracional de no retrasar actividades con beneficios inmediatos y costos diferidos.
Es decir, que son cosas que no deberías hacer ahora porque tienen efectos negativos en el futuro. Pero porque te gusta hacerlo, lo haces igualmente.
Fumar es un acto de preproperación: sabes muy bien que tiene efectos negativos para la salud, pero a corto plazo incrementa el placer.
Mientras no estaba escribiendo el artículo, he dedicado tiempo a actividades agradables, pero con consecuencias negativas para mi nivel de energía y concentración.
Ahora llegamos a la tercera palabra, acrasia, que básicamente es la combinación de los dos conceptos anteriores. La acrasia es un fracaso en la voluntad. No es un concepto nuevo, ya fue descrito por Platón. La acrasia abarca la procrastinación, la falta de autocontrol, la falta de perseverancia, y cualquier tipo de comportamiento adictivo.
La acrasia es, básicamente, la diferencia entre, por un lado, lo que queremos y debemos hacer y por otro lado lo que realmente hacemos.
Hay una gran diferencia entre el tipo de películas que los clientes de Netflix guardan en su cola para ver más tarde (habitualmente películas ‘cultas’ y documentales) y las películas que realmente acaban viendo (películas divertidas y de acción).
Nuestras preferencias son inconsistentes — e incluso contradictorias — en el tiempo. Es como dentro de tu cabeza hay dos figuras: tu yo racional está pensando de forma lógica en el futuro, mientras tu yo emocional busca la gratificación instantánea.
Vencer la acrasia
Para solucionar la acrasia podemos estudiar lo que pasa en los videojuegos y las redes sociales, porque son capaces de conseguir justo lo contrario: nos hacen hacer cosas que no queríamos. En la teoría de juegos existe el concepto de mecanismos de compromiso o commitment devices en inglés. La mayoría de estos mecanismos consiste en una limitación que te obliga a hacer la acción deseada.
Un ejemplo: sabes que puedes comprar chocolate al por mayor para ahorrar dinero. Luego solo tienes que tener la autodisciplina de comer el chocolate en cantidades pequeñas. El problema es que tu yo futuro no será racional con tanto chocolate en casa. La solución para este problema es fácil: en lugar de comprar grandes cantidades de chocolate compras raciones más pequeñas. La reducción de las raciones es tu mecanismo de compromiso.
Otro ejemplo clásico de un mecanismo de compromiso es Ulises atado al mástil de su barco para vencer la atracción de las sirenas.
Hay más ejemplo:
Pagar una cuota anual del gimnasio para que te sientes culpable si no vas.
Borrar los juegos del ordenador.
Trabajar en un lugar sin conexión a internet.
Darte de alta en el curso de inglés junto con tus amigos — la presión externa ayuda a perseverar.
Instalar software para bloquear Facebook y otras distracciones online durante las horas laborables.
Automatizar el traspaso de dinero a tu cuenta de ahorro.
Usar dinero en metálico o la tarjeta de débito en lugar de una tarjeta de crédito.
No comprar helado para no caer en la tentación de saltar la dieta.
Sacar menos dinero del cajero.
Casi todos estos ejemplos de mecanismo de compromiso consisten de una manera en limitar tu propio comportamiento. Pero también hay otro tipo de soluciones que acercan las consecuencias a largo plazo.
Mi favorita — y la aplicación que uso cada día — es Beeminder. Se trata de una aplicación para hacer el seguimiento de tus metas que no tiene coste… mientras cumples tus objetivos. Lo bueno de esta herramienta es que tiene un sistema anti-acrasia incorporada: si quieres adaptar tus objetivos, estos cambios se aplicarán a partir de la semana que viene, obligándote a continuar tu objetivo al menos siete días más.
Cambia tus deseos
Los mecanismos de compromiso funcionan porque es menos probable que falles si has establecido sanciones severas para el fracaso. Pero es mucho más fácil — y más efectivo — querer tener éxito. Hacer las cosas no debe ser una batalla constante entre tu pereza y la billetera. Y al final, los economistas sostienen que el cambio de tus deseos — es decir, realmente desear comer apio en lugar de una magdalena — es la forma más eficaz para lograr una meta — aunque es más fácil decir que hacer.
¿Qué haces tu para evitar la acrasia, la preproperación y la procrastinación?