Recuperando el control
El control que somos capaces de ejercer sobre los impulsos que nos empujan a romper nuestro flujo de trabajo está íntimamente ligado a nuestra capacidad para erosionar y romper los malos hábitos que hemos ido asentando a base de tiempo y repetición. Las siguientes líneas son una recopilación de consejos y trucos para hacer frente a la procastinización. Sencillos de entender y aplicar.
1. Compromiso
El primer consejo es tan absurdo cómo lógico. Tomar conciencia que nuestro trabajo es importante y desarrollar un compromiso firme con él. Para llevarlo a cabo, tenemos que elevar nuestra propia rutina por encima del trabajo. Respetar el flujo. Marcarnos una rutina, unos objetivos diarios, y trabajar para llegar a ellos representa llegar a un compromiso con nosotros mismos. No interrumpir nuestro trabajo con factores que dependen de uno mismo, sobre todo aquellos que genera nuestro subconsciente y que nos empujan a dejar de lado nuestras obligaciones para realizar nimiedades, como consultar alguna web, el mail, realizar una llamada personal… Entiende que esta disciplina es un contrato que firmas contigo para llevar a buen puerto tus asuntos, y que en definitiva no respetarlo es no respetarte a ti.
2. Espera 5 minutos
Una de las técnicas más sencillas que conozco. Cada vez que pase por tu mente esa sensación de empuje para abrir el navegador, saltar a otra tarea sencilla o cualquier otro pequeño vicio, lo demoramos 5 minutos en el futuro. Nosotros, marcando un límite de lo que no debemos hacer pero sin fijar una penalización, de este modo nos ayudará a percibirlo como un reto en lugar de un lastre que acarrea consecuencias negativas. El secreto para que funcione de forma prolongada es actuar cómo un pez, olvidando lo acordado 5 minutos antes, el pequeño pacto interior se revalidará cada vez como si fuera la primera.
3. Compite contra ti mismo
En la línea de la anterior propuesta, plantéate el hecho de evitar la interrupción cómo un reto o como una competición contra ti. Para darle un toque formal podemos utilizar un calendarios para fundamentar el hábito, cada vez que terminamos el día sin perder el control marcaremos con una cruz el recuadro de la fecha que toca. Este gesto tan simple nos reafirma en nuestro propósito, es un testimonio gráfico de nuestro progreso, que nos pesara cada vez que se presente la oportunidad para procastinar. Al final del día, o al final de la semana, si no has caído en la tentación date una pequeña recompensa.
4. Fijar un momento para realizar las actividades problemáticas
Dos de las trampas más comunes en las que caemos son el checking constante del mail, y la consulta de nuestras cuentas en redes sociales cuando estamos trabajando. Caemos en el bache porque aparte de su atractivo, inconscientemente, creemos que no dispondremos de suficiente tiempo para dedicarles. Abrir el mail, por su parte, nos aporta esa sensación agridulce que tenemos al esperar que suceda algo nuevo, algo que provoque cambio. Para evitar estos dos casos, nada mejor que fijarnos unos momentos determinados durante el día para realizar estas actividades, los cuales deberán respetarse de forma estricta. De esta forma disponemos de un punto de referencia para poner en espera el impulso.
5. Encontrar un sustitutivo
Si no hay manera de vencer la barrera de las distracciones, lo mejor—o lo menos malo—es buscar una forma de deshacer un hábito negativo cuando este se presente. A base de repetir un pequeño vicio se convierte en una mala costumbre.
Por ejemplo, cuando estoy delante del ordenador y aparece un deseo irrefrenable de abrir el navegador para cuestiones poco loables, me pongo a escribir. Unas líneas sobre mi trabajo, una lista de lo que tengo que hacer o una breve revisión de lo que hecho durante el día. Eso me lo quita de la cabeza.
El objetivo a medio plazo de la práctica es romper con estas costumbres negativas, además de quitarnos de la cabeza la posible distracción en el momento que se produce. Es verdad que perdemos tiempo, pero en algo no tan peyorativo.
Acabo el post remarcando la importancia del primer punto, sin el cual no podremos asentar nuestro autocontrol y en consecuencia nos será imposible dejar atrás de forma definitiva aquellas prácticas perjudiciales para nuestra productividad. Si ponemos en práctica el resto de los consejos sin la base reconduciremos situaciones en particular, pero el problema de fondo persistirá.
Para acabar dar las gracias a Jeroen Sangers por la oportunidad de escribir en El Canasto e invitaros a conocer mejor mi blog (personal) sobre productividad David Torné 2.0 o dirigiros a mi dirección de twitter @davidtorne para seguir mis comentarios sobre GTD, productividad o Evernote.
Imagen Tassie Rodeo cortesía de Stevebrownd50